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TEMPUS habla del tiempo a partir de la figura de un personaje: Klaus, un viejo relojero. Klaus invita al público a hacer una visita a su taller, un lugar lleno de relojes, pero donde curiosamente parece que se haya parado el tiempo. Klaus no habla. Bien, sólo dice tempus, pero ya se las apaña para explicar la historia de los relojes, demostrar que arreglar un reloj de pared puede acabar siendo una escena muy divertida o convertirse en el director de una peculiar orquesta de cucos. Klaus es divertido pero a la vez tierno, pura poesía, y se mueve al ritmo del tic-tac de los relojes y de la música, una música original interpretada por su pianista, que va marcando el tempus del espectáculo.